“¡Ponle a la vida alegría, pasión, entusiasmo!” Esta es la frase más repetida por Emilio Duró en sus conferencias.
Economista, empresario, consultor y consejero de empresas desde hace más de 25 años, Emilio tuvo un problema en un momento de su vida y empezó a estudiar qué le pasaba. Se preguntó porque había gente a la que todo le iba bien y sin embargo él no se sentía satisfecho con su vida. Según sus propias palabras, todo su éxito se debe que alguien decidió publicar en YouTube una conferencia que dio en un congreso. Desde entonces, Emilio Duró se ha convertido en todo un gurú del optimismo, la ilusión y la felicidad.
Emilio Duró no es un conferenciante cualquiera: con gestos acelerados y palabras atropelladas que resuenan con fuerza en la conciencia de los participantes, escenifica su mensaje que tiene muy claro. Lo que nos cuenta lo fundamenta en una base científica, con teorías de genética y física cuántica.
Éstas son los puntos clave de su discurso:
- Es seguro que nos vamos a morir, nuestra existencia es limitada y cada día vamos a peor. Da igual la edad que tengas, pero de aquí a diez años estarás peor, y de aquí a veinte, peor. “Hoy estoy peor que ayer, pero mejor que mañana”, ironiza. Nos propone que hagamos la cuenta de los días que nos quedan de vida: es la mejor forma de valorar el ahora. Así que estamos en el mejor de los días que nos quedan. De modo que, para el tiempo que te queda, o llenas tu vida de felicidad o te conviertes en un muerto viviente.
- Nuestro Yo es insignificante para la inmensidad del universo. Creemos que todos los “marrones” nos caen a nosotros, pero no somos tan importantes como para que el universo concentre todos los “marrones” en nosotros. Basta ya de quejarse.
- La vida ahora es diferente a la de antes. El incremento de la esperanza de vida nos obliga a replantearnos los objetivos marcados y nuestros actos. Es muy difícil que tú estés con tu pareja 80 años si no te apasiona y para apasionarte tiene que ser intelectualmente activa, sorprendente cada día, alegre y optimista y que le ponga pasión a la vida.
- Los humanos tenemos tres cerebros: el reptiliano, que se encarga de las tareas primarias; el córtex, para las funciones racionales; y el límbico, que se encarga de las emociones. Existen métodos para desarrollar nuestro cerebro límbico, que es donde está la felicidad. Hay una parte genética y una parte que se aprende en los primeros tres años. El problema es que hemos alargado la vida pero no hemos sabido llenarla de contenido. Vivimos en el mejor tiempo posible, pero somos menos felices. Pero esto se puede cambiar. Tiene mucho que ver con la actitud frente a la vida.
- La realidad que vemos es relativa, que nosotros vemos lo que queremos ver, y nos lo demuestra con un juego de una pelota. ¿Por qué no ver la vida con una actitud más positiva? Podemos dirigir nuestra vida, pero para ello debemos conocernos, saber dónde queremos ir y querer emprender el camino. Por lo tanto, debemos saber que la felicidad reside en uno mismo.
- Existen estudios de física cuántica que demuestran que todo, absolutamente todo, ocurre por una causa, que no existe el azar. Todo lo que pensamos repercute en nuestras vidas, que todo funciona como una gran red, que nuestros pensamientos condicionan nuestras vidas. ¿Cómo son tus pensamientos?
Receta de la felicidad
Su receta de felicidad está basada en cuatro pilares:
- La salud. Mantenernos en forma, alimentarnos de forma sana y cuidarnos. Haz deporte desde hoy, todos los días, porque tu cuerpo a partir de los 40 años va en picado hacia abajo.
- El componente emocional: la familia, los amigos, el trabajo y la forma de ver la vida: la gente alegre es más feliz. Insiste en la manifestación de las emociones: canta, baila, abraza, ríe, llora, muestra tus sentimientos.
- El conocimiento. Desarrollar la mente: no dejes de estudiar, de leer, de aprender y de desaprender, cultiva y enriquece el cerebro.
- El compontente espiritual. Cultivar el espíritu, haz técnicas de relajación, de respiración. Medita.
Emilio es una persona que levanta las piedras, la manera que tiene de transmitir, su ironía, la la capacidad de provocar la carcajada, no deja indiferente a nadie.
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