lunes, 4 de mayo de 2015

"Hagakure" y el camino del samurái


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Yamamoto Tsunetomo (1659-1719), tras haber servido durante muchos años como samurái , decidió contar todo aquello que aprendió a Tsuramoto Tashiro, uno de sus discípulos. El resultado de estas conversaciones fue el libro Hagakure (Oculto tras el follaje), que ha resistido el paso del tiempo y todavía hoy es un libro de actualidad.
Releyendo el texto, me di cuenta de que gran parte de las enseñanzas allí recogidas se pueden aplicar a nuestra vida diaria. Un samurái, como sabemos, era un guerrero con un código de conducta -conocido como bushido- basado en tres puntos importantes:
A. Disciplina. B. Ética. C. Coraje. Estos elementos debían estar presentes en cada una de las decisiones que tomamos. Así, al buscar un sentido a nuestra peregrinación sobre la faz de la Tierra, comprenderíamos que:
A. Solo es posible alcanzar un sueño cuando se tiene la voluntad necesaria para ello. No bastan el entusiasmo, la pasión y el deseo; hacen falta también fuerza y concentración.
B. Cuando vamos a la búsqueda de algo que de verdad tenga algún significado en nuestra existencia, no hay por qué herir o pisotear a los demás. Al contrario, cuanto más respetamos el camino ajeno, más aliados encontramos en el nuestro y más respeto recibimos a cambio.
C. Además de la disciplina y la ética, hay que entender que, a pesar del miedo, debemos seguir adelante. 'Coraje' no significa ausencia de valores, sino la capacidad de no dejarse paralizar por estos. Como ya dije en otras columnas, todos tenemos que morir un día.
Al tomar conciencia de ello, deberíamos entregarnos con mucha más alegría a la vida, haciendo esas cosas que siempre postergamos, respetando los preciosos minutos que pasan y no volverán jamás, desvelando y descubriendo horizontes que pueden ser interesantes o decepcionantes, pero que merecen al menos un poco de esfuerzo por nuestra parte.
Es normal que intentemos evitar la muerte. No solo es normal, sino también la actitud más saludable que podemos tener. Sin embargo, es una aberración negarla, ya que ser consciente de ella nos da mucho más valor. Si yo hubiese de morir hoy, ¿qué es lo que me gustaría hacer que nunca haya hecho? Este es mi pensamiento todas las mañanas. Aprendí, en el Camino de Santiago, que el 'ángel de la muerte' es mi mejor consejero. Yamamoto Tsunetomo dice en un momento dado a su discípulo: «Todos queremos vivir, y eso es absolutamente natural. No obstante, desde niños debemos también aprender a escoger nuestra mejor manera de morir. Si no lo hacemos, terminamos malgastando nuestros días como un perro que no busca más que cobijo y comida, entregando a cambio una lealtad ciega a su dueño que pueda justificar el techo y la comida. Eso no basta para hacer que nuestra vida tenga sentido».
De nada sirve intentar crear un mundo aparentemente seguro, y nada mejor para explicar esto que una pequeña historia de John O'Hara:
Un hombre va al mercado a comprar fruta cuando ve a su Muerte caminando entre la gente. Desesperado, vuelve corriendo a casa y le ruega a su amo que lo dispense ese día, ya que ha visto de cerca a su Muerte.
El amo deja que vuelva a su aldea, pero empieza a pensar que todo eso tal vez sea mentira. Decide ir al mercado y realmente ve a la Muerte de su siervo sentada en un banco. Le pregunta: -¿Qué estás haciendo aquí? ¡Mi siervo se ha asustado al verte, y por eso he tenido que dispensarlo hoy del trabajo! -Yo también me he sorprendido al verlo aquí -responde la Muerte-. Tengo una cita con él a las cinco de esta tarde en su aldea y, por lo visto, se me va a escapar.
El amo piensa en volver corriendo a casa y llamar a su siervo, pero es demasiado tarde. El destino se cumplirá exactamente como estaba escrito, sobre todo porque el hombre tuvo miedo de la Muerte e intentó huir de ella.

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