Caminaba con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: “Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?” Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: “Estoy escuchando el ruido de una carreta...”
“Eso es” -dijo mi padre- “es una carreta vacía”. Pregunté a mi padre: “¿Cómo sabes que es una carreta vacía si aún no la vemos?” Entonces mi padre respondió: “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuánto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”.
Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando noto a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: “Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace”.
La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Nadie está más vacío, que aquel que esta lleno del "Yo mismo". Seamos lluvia serena y mansa que llega profundamente a las raíces, en silencio, nutriendo.
Cierto día un Hombre Santo estaba teniendo una conversación con el Señor y dijo:
"Señor, me gustaría saber como son el Cielo y el Infierno."
El Señor llevo al hombre santo hacia dos puertas.
Al abrir una de las puertas, el hombre santo miro dentro y en medio del cuarto había una gran mesa redonda.
En medio de la mesa había una gran olla de guisado que olía tan delicioso que hizo agua la boca del hombre santo.
La gente sentada alrededor de la mesa estaba delgada y enferma y parecían hambrientos. Ellos estaban sosteniendo cucharas con mangos muy largos que estaban atados a sus brazos, cada uno fue capaz de meter la mano en el pote de guisado y tomar una cucharada, pero por causa que el mango era mas largo que sus brazos, no podían poner las cucharas dentro de sus bocas.
El hombre santo se estremeció ante semejante cuadro de miseria y sufrimiento. El Señor le dijo: "Has visto el Infierno". Luego fueron y abrieron la siguiente puerta. Era exactamente igual como el primer cuarto.
Había gran mesa redonda con el gran pote de guisado que hizo agua la boca del hombre santo. La gente estaba equipada con las mismas cucharas de mangos largos, pero aquí la gente estaba bien alimentada y llena de salud, riéndose y hablando
El hombre santo dijo:
No entiendo...! "Es simple" dijo el Señor: "Esto requiere de una habilidad..." "...Mira: Ellos han aprendido a alimentarse el uno al otro, mientras que los avaros piensan solamente en ellos mismos".
El verdadero sentido del amor es dar, Jesus murió para darte todo por amor.
martes, 30 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario