Había una vez una persona que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía radio, no leía los periódicos ni veía la televisión. Alquiló un trozo de terreno, colocó una gran valla y anunció su mercancía gritando a todo pulmón:
"Compren deliciosas albóndigas calientes".
Y la gente se las compraba. Aumentó la adquisición de pan y carne. Compró un terreno más grande para poder ocuparse de su negocio, y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara.
Sin embargo, ocurrió algo muy importante; su hijo le dijo: "Viejo, ¿tú no escuchas la radio, ni lees los periódicos...?. Estamos sufriendo una grave crisis!. La situación es realmente mala; peor no podría estar!!".
El padre pensó: "Mi hijo estudia en la Universidad , lee los diarios, ve televisión y escucha la radio. Debe saber mejor que yo lo que está pasando..."
Compró entonces menos pan y menos carne. Sacó la valla anunciadora, dejo el alquiler del terreno con el fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas albóndigas con pan. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más.
"Tenías razón hijo mío", le dijo al muchacho. "Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis".
MORALEJA
No sigamos hablando de crisis.
Hablemos sólo de hacer buenos negocios, buenos trabajos y buenas tareas.
Si nos programamos para fracasar, fracasaremos.
Si nos mentalizamos para ganar, ganaremos.
Es una simple elección personal.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
He Aprendido II
He aprendido...que nadie es perfecto hasta que no te enamoras.
He aprendido...que la vida es dura pero yo lo soy más!!
He aprendido...que las oportunidades no se pierden nunca las que tu dejas marchar...las aprovecha otro.
He aprendido...que cuando siembras rencor y amargura la felicidad se va a otra parte.
He aprendido...que necesitaría usar siempre palabras buenas...porque mañana quizás se tienen que tragar.
He aprendido...que una sonrisa es un modo económico para mejorar tu aspecto.
He aprendido...que no puedo elegir como me siento...pero siempre puedo hacer algo.
He aprendido...que cuando tu hijo recién nacido tiene tu dedo en su puñito...te tiene enganchado a la vida.
He aprendido...que todos quieren vivir en la cima de la montaña...pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.
He aprendido...que se necesita gozar del viaje y no pensar sólo en la meta.
He aprendido...que es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias...cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.
He aprendido...que cuanto menos tiempo derrocho...más cosas hago.
He aprendido...que la vida es dura pero yo lo soy más!!
He aprendido...que las oportunidades no se pierden nunca las que tu dejas marchar...las aprovecha otro.
He aprendido...que cuando siembras rencor y amargura la felicidad se va a otra parte.
He aprendido...que necesitaría usar siempre palabras buenas...porque mañana quizás se tienen que tragar.
He aprendido...que una sonrisa es un modo económico para mejorar tu aspecto.
He aprendido...que no puedo elegir como me siento...pero siempre puedo hacer algo.
He aprendido...que cuando tu hijo recién nacido tiene tu dedo en su puñito...te tiene enganchado a la vida.
He aprendido...que todos quieren vivir en la cima de la montaña...pero toda la felicidad pasa mientras la escalas.
He aprendido...que se necesita gozar del viaje y no pensar sólo en la meta.
He aprendido...que es mejor dar consejos sólo en dos circunstancias...cuando son pedidos y cuando de ello depende la vida.
He aprendido...que cuanto menos tiempo derrocho...más cosas hago.
sábado, 13 de diciembre de 2008
Un Gran Hombre
Un día mi hermana lloraba en su habitación. Con mucha nostalgia, observé que mi padre se le acercó y le preguntó el motivo de su tristeza; los escuché hablando por horas, pero hubo una frase tan especial que dijo mi padre esa tarde, que hasta el día de hoy la recuerdo cada mañana y me llena de fuerza.
Mi padre acariciándole el rostro, le dijo: “Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás llorar”.
Me pregunté tantas veces, cuál era la fórmula exacta para llegar a ser ese Gran Hombre y no dejarme vencer por pequeñeces. Con el paso de los años descubrí que si tan sólo todos los hombres lucháramos por ser grandes en espíritu, grandes de alma y grandes de corazón ¡El mundo sería completamente distinto!
Aprendí que un Gran Hombre… no es aquel que compra todo lo que desea, pues somos tantos los que hemos comprado hasta el cariño y el respeto de quienes nos rodean.
Mi padre le decía:
“No te enamores de hombre que sólo hable de sí mismo, de sus problemas, sin preocuparse por ti… enamórate de un hombre que se preocupe por ti, que sepa tus fortalezas, tus ilusiones, que conozca tus tristezas y te ayude a superarlas”.
“No le pongas atención a aquel hombre que se pone horas halagando sus propios logros… sin ni siquiera reconocer los tuyos”.
“No te aferres a un hombre que sólo te diga lo mal que te ves, o lo mucho que deberías cambiar”.
¿Por qué querer a un hombre que te abandonará si no eres como él quiere que seas, o si ya no le “eres útil”?
¿Por qué querer a un hombre que te cambiará por un cabello o un color de piel distinto, o por un cuerpo más esbelto?
¿Por qué querer a un hombre que no supo admirar la belleza que hay en ti, la verdadera belleza… la del corazón?
¿Cuántas veces me dejé llevar por la superficialidad de las cosas, haciendo a un lado a quienes realmente me entregaban su sinceridad e integridad y dándole importancia a quienes no valoran mi esfuerzo?
Me costó trabajo comprender que un Gran Hombre, es aquel ser humano transparente, que no se refugia en cortinas de humo; es el que abre su corazón sin rechazar la realidad; es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza interior.
Un Gran Hombre, es el que camina de frente, sin bajar la mirada; es aquel que no miente aunque a veces pierda por decir la verdad… y sobre todo, un Gran Hombre es el que se cae y tiene la suficiente fortaleza para levantarse y seguir luchando…
Hoy mi hermana está felizmente casada, y ese Gran Hombre con quien se casó, no es ni el más popular, ni el más solicitado por las mujeres, ni mucho menos el más guapo. Ese Gran Hombre es quien simplemente nunca la hizo llorar… es quien, en lugar de lágrimas, le robó sonrisas.
Sonrisas por lo que han logrado juntos, por los triunfos alcanzados, por sus recuerdos lindos y por aquellos recuerdos tristes que supieron superar, por cada alegría que comparten, y por los tres hijos que llenan sus vidas.
Ese Gran Hombre ama tanto a mi hermana que daría lo que fuera por ella sin pedir nada a cambio. Ese Gran Hombre la quiere por lo que ella es, por su corazón y por lo que son cuando están juntos.
¡Aprendamos a ser uno de esos Grandes Hombres, para que vivamos el paso de los años de la mano de una Gran Mujer y nada ni nadie nos pueda vencer!
Mi padre acariciándole el rostro, le dijo: “Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás llorar”.
Me pregunté tantas veces, cuál era la fórmula exacta para llegar a ser ese Gran Hombre y no dejarme vencer por pequeñeces. Con el paso de los años descubrí que si tan sólo todos los hombres lucháramos por ser grandes en espíritu, grandes de alma y grandes de corazón ¡El mundo sería completamente distinto!
Aprendí que un Gran Hombre… no es aquel que compra todo lo que desea, pues somos tantos los que hemos comprado hasta el cariño y el respeto de quienes nos rodean.
Mi padre le decía:
“No te enamores de hombre que sólo hable de sí mismo, de sus problemas, sin preocuparse por ti… enamórate de un hombre que se preocupe por ti, que sepa tus fortalezas, tus ilusiones, que conozca tus tristezas y te ayude a superarlas”.
“No le pongas atención a aquel hombre que se pone horas halagando sus propios logros… sin ni siquiera reconocer los tuyos”.
“No te aferres a un hombre que sólo te diga lo mal que te ves, o lo mucho que deberías cambiar”.
¿Por qué querer a un hombre que te abandonará si no eres como él quiere que seas, o si ya no le “eres útil”?
¿Por qué querer a un hombre que te cambiará por un cabello o un color de piel distinto, o por un cuerpo más esbelto?
¿Por qué querer a un hombre que no supo admirar la belleza que hay en ti, la verdadera belleza… la del corazón?
¿Cuántas veces me dejé llevar por la superficialidad de las cosas, haciendo a un lado a quienes realmente me entregaban su sinceridad e integridad y dándole importancia a quienes no valoran mi esfuerzo?
Me costó trabajo comprender que un Gran Hombre, es aquel ser humano transparente, que no se refugia en cortinas de humo; es el que abre su corazón sin rechazar la realidad; es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza interior.
Un Gran Hombre, es el que camina de frente, sin bajar la mirada; es aquel que no miente aunque a veces pierda por decir la verdad… y sobre todo, un Gran Hombre es el que se cae y tiene la suficiente fortaleza para levantarse y seguir luchando…
Hoy mi hermana está felizmente casada, y ese Gran Hombre con quien se casó, no es ni el más popular, ni el más solicitado por las mujeres, ni mucho menos el más guapo. Ese Gran Hombre es quien simplemente nunca la hizo llorar… es quien, en lugar de lágrimas, le robó sonrisas.
Sonrisas por lo que han logrado juntos, por los triunfos alcanzados, por sus recuerdos lindos y por aquellos recuerdos tristes que supieron superar, por cada alegría que comparten, y por los tres hijos que llenan sus vidas.
Ese Gran Hombre ama tanto a mi hermana que daría lo que fuera por ella sin pedir nada a cambio. Ese Gran Hombre la quiere por lo que ella es, por su corazón y por lo que son cuando están juntos.
¡Aprendamos a ser uno de esos Grandes Hombres, para que vivamos el paso de los años de la mano de una Gran Mujer y nada ni nadie nos pueda vencer!
jueves, 11 de diciembre de 2008
Cicatrices del Alma
En un dia caluroso de verano en el sur de Florida, un niño decidio ir a nadar en la laguna detras de su casa. Salio corriendo por la puerta trasera, se tiró en el agua y nadaba feliz.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo: "Pero las que usted debe de ver son estas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".
Moraleja: Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.
Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
Su mamá desde la casa lo miraba por la ventana, y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía.
Oyéndole el niño se alarmó y miró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde. Desde el muelle la mamá agarró al niño por sus brazos. Justo cuando el caimán le agarraba sus piernitas. La mujer jalaba determinada, con toda la fuerza de su corazón. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada y su amor no la abandonaba.
Un señor que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.
Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de sus piernas. El niño levanto la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo se remango las mangas y dijo: "Pero las que usted debe de ver son estas". Eran las marcas de las uñas de su mamá que habían presionado con fuerza. "Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida".
Moraleja: Nosotros también tenemos cicatrices de un pasado doloroso. Algunas son causadas por nuestros pecados, pero algunas son la huella de Dios que nos ha sostenido con fuerza para que no caigamos en las garras del mal.
Dios te bendiga siempre, y recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios, te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas.
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